El último informe del Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés) "Informe sobre Riesgos Globales 2023" muestra que la actual crisis energética ha causado un retroceso a corto plazo en los esfuerzos para mitigar el cambio climático en el largo plazo. 

El trabajo del WEF utilizó tres marcos de tiempo para comprender los riesgos globales: para este año, los próximos dos años y los próximos diez años. Este año, el mayor riesgo es la crisis energética, seguida del coste de vida, la inflación y el suministro de alimentos. En vista a los próximos diez años, los principales riesgos son la mitigación del cambio climático, seguida por la adaptación al cambio climático y se suman los fenómenos meteorológicos extremos y la biodiversidad (ver cuadro).

El informe destaca que la actual crisis energética "ha causado un retroceso a corto plazo en los esfuerzos para mitigar el cambio climático. Anteriormente, con la aparición de la pandemia de COVID-19, la transición energética parecía que iba a acelerarse, pero con la reducción de los confinamientos, las emisiones mundiales de carbono volvieron a aumentar".

Junto a lo anterior, el WEF señaló que la guerra en Ucrania también impactó en la reducción de emisiones a cero de muchos países porque se amplió el uso de combustibles fósiles, como alternativa a las importaciones del gas ruso, dejando en evidencia que los avances en la reducción de la demanda de combustibles fósiles han sido demasiado lentos. Tampoco deja pasar por alto que se calcula que la demanda de carbón alcanzó su máximo histórico en 2022.

 

 

El ambiente en el centro de la agenda

 

En cuanto a los riesgos para los próximos dos años, el informe del WEF sitúa a la confrontación geoeconómica entre los tres principales riesgos y más de la mitad esperan que los próximos diez años estén marcados por crisis persistentes o múltiples perturbaciones. La próxima década también se caracterizará por crisis ambientales y sociales, impulsadas por tendencias geopolíticas y económicas subyacentes.

A más largo plazo, "la pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas" se considera uno de los riesgos globales de más rápido deterioro durante la próxima década: seis riesgos ambientales figuran entre los 10 principales para los próximos 10 años.

Las presiones económicas también impactarán en los logros obtenidos por los hogares de ingresos medios, lo que provocará descontento, polarización política y demandas de mejores protecciones sociales en países de todo el mundo.

En contraposición, para el WEF puede haber una oportunidad en la actual crisis energética para brindar un nuevo impulso a la transición energética necesaria a largo plazo. El uso de otras tecnologías, como renovables, nuclear o el hidrógeno, pueden favorecer tanto la transición a la energía neta cero como la seguridad energética de los países. Asimismo, los altos precios de la energía también pueden obligar a centrarse en la eficiencia energética.

Por último, el documento indica que se pueden acelerar otros cambios positivos a largo plazo. Dos de los cuatro riesgos más importantes para 2023, los sistemas alimentarios y energéticos, están estrechamente interconectados con los cuatro riesgos más importantes en un plazo de diez años: mitigación del cambio climático, adaptación, fenómenos meteorológicos extremos y biodiversidad. El WEF menciona este entrecruzamiento como una posibilidad para pensar acciones de gran alcance, señalando como ejemplo algunas soluciones climáticas basadas en la naturaleza ofrecen múltiples ventajas, como la restauración de manglares y bosques naturales que pueden contribuir a mitigar el cambio climático, al tiempo que ofrecen opciones de nutrición y empleo a las comunidades locales.

 

Imagen: Freepik.

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