En 2016 la subsecretaría de Desarrollo Foresto Industrial de la Nación ejecutó en su totalidad el monto asignado para planes forestales en el marco de la Ley 25.080, revirtiendo tres años consecutivos de quitas de subsidios de la gestión anterior. Para este año se solicitó un presupuesto de $450 millones, pero según fuentes del sector, en el Presupuesto se incluyeron alrededor de $200 millones. Sin embargo, las autoridades consideran que podrán contar con alguna partida extraordinaria que pueda achicar considerablemente la deuda con los productores.


Agregar valor a la forestoindustria; lograr una versión consensuada para pedir la prórroga de la Ley de promoción forestal; terminar el censo nacional de aserraderos; lanzar una plataforma con información forestal actualizada que ayude a captar inversiones, están entre los objetivos inmediatos.

En una entrevista exclusiva con la Ing. Lucrecia Santinoni, subsecretaria de Desarrollo Foresto Industrial, se profundizan los principales lineamientos de la política forestoindustrial para 2017.

-En función de las metas que se habían fijado para 2016, ¿cuál es el balance?
- El balance es positivo. Nos propusimos en primer lugar instalar al sector forestoindustrial en la órbita de decisión política, que se lo reconozca en ese ámbito y se lo acompañe con gestión. Y lo hicimos fijando la visión del enorme potencial que tiene para ayudar al desarrollo económico regional del país, y además, en materia de compromiso de cambio climático y de reducción de las emisiones de gases del efecto invernadero, como el sector por excelencia que le va a permitir a la Argentina cumplir los compromisos asumidos internacionalmente en el tema ambiental.

Como una de las señales específicas hacia el sector, logramos ejecutar el monto total de $265 millones comprometidos en el Presupuesto, que no era todo lo que se necesitaba respecto a la ley de promoción forestal, pero cumplimos con lo que dijimos al asumir en la Subsecretaría, y esto era algo que desde hace bastante tiempo no se conseguía.

Durante todo el año estuvimos trabajando en un proceso de reingeniería en el manejo de los expedientes presentados en el marco de la Ley 25.080. Emprolijando y eliminando burocracia en miles de expedientes que figuraban “en tránsito” desde hace diez años, para dar de baja definitivamente los que no tengan respuesta o dar la oportunidad de que se cumpla con la documentación solicitada.

Además, se logró sacar una resolución que permite la implementación de un régimen de garantías más ágil y económico para productores que se acogen a los beneficios fiscales, que era una demanda histórica del sector, resguardando al mismo tiempo los recursos del Estado

También, con respecto a la administración de la ley de promoción forestal, en 2016 analizamos en detalle todo lo que hasta ahora entendemos fueron limitantes para que la ley pueda ser una herramienta ágil y eficaz. Y en 2017 vamos a trabajar en conjunto con el sector en una prórroga de la ley, ya que vence en diciembre de 2018 (ver recuadro pág 24).

-¿A cuánto asciende la suma solicitada por la Subsecretaría para cubrir las necesidades de la Ley en 2017?
-Solicitamos $450 millones y aunque en el Presupuesto se le pueda asignar una suma menor, tal como ocurrió en 2016 podrían habilitarse partidas de fondos extraordinarios para reducir la brecha y achicar la deuda. El objetivo es que en 2018 se esté pagando en forma actualizada.

-Entre 2013 y 2015 se redujo a solo $100 millones anuales el monto de subsidios para la promoción, eso tiene un impacto negativo en la decisión de los productores para plantar. ¿Cuántas hectáreas se están forestando?
-Esta es una actividad de largo plazo donde el impacto de las medidas que se toman tienen efecto más tarde que en otras actividades. Podría decirse que 2016 se encuadra dentro de esa inercia negativa. Lo que podemos afirmar es que este año duplicamos la cantidad de hectáreas pagadas respecto a 2015, parte por plantación, parte por actividades de poda y raleo, de manejo. Esperamos que este tipo de señales sobre el cumplimiento de pagos tendrán su efecto en las decisiones de plantar sobre todo en productores chicos y medianos en 2018/2019.

- Los picos de plantación que se dieron en 1998/1999 hicieron pensar que las 100.000 hectáreas anuales fijadas como meta en la ley podrían cumplirse. A partir de ahí se produjo una reducción drástica en la superficie forestada ¿la ley resultó insuficiente?
- En esta actividad juegan muchos factores que deben proyectarse en el tiempo. La estabilidad, la previsibilidad, la demanda del mercado. Y en la Argentina la economía desde que se sancionó la ley mostró variaciones muy pronunciadas. Respecto a la ley, en realidad es una herramienta muy interesante. Pero en la revisión que estuvimos realizando hay un listado de cosas que tenemos que corregir o asegurar para que efectivamente se pueda cumplir con los objetivos. Una de esas dificultades es que la cifra que se incluya en el presupuesto en función de las hectáreas que presentan los productores se pague y en término, y creo que esto nunca se cumplió. Dar certeza es fundamental para que los que toman decisiones en el ámbito privado inviertan.

Pienso además, que hay que modernizar y ampliar los objetivos de la ley. Los cambios tecnológicos, la posibilidad de desarrollo de otras zonas del país que tienen potencial forestal pero que no tienen tradición, la necesidad de pensar no sólo en plantar sino en el destino industrial que se le dará a la madera.

-Una de las asignaturas pendientes de la ley en sus dos periodos es no haber podido cumplir con los incentivos a la industria.
-Porque hubo una concentración absoluta en la actividad primaria, en todo lo que tiene que ver con plantación o manejo forestal. Por ejemplo, en Corrientes se plantó sin pensar en cómo resolver la industria que mueva esa materia prima. Hoy hay una sobre oferta de madera y falta una industria en condiciones de dinamizar y agregar valor. Este es un capítulo que en el próximo marco legal habrá que discutir y ver cómo lo consensuamos. En lo personal, me parece que los criterios a priorizar tienen que estar ligados a la plantación y al tipo de industria que se pueda desarrollar apuntando como mínimo a la primera transformación. Tenemos que analizar si puede haber alguna complementación con otras leyes, con otros regímenes de apoyo industrial que contemplen herramientas que puedan adaptarse a la particularidad de la industria forestal.

El objetivo de la ley actual es aumentar la superficie forestada y esto es bueno, pero la realidad marca que nos quedamos cortos con eso. Hay que promover y ver qué cosas necesita la industria para instalarse y contribuir a que el sector despliegue toda su potencialidad.

-Al convertirse en Ministerio de Agroindustria, la Subsecretaría ahora no solo se ocupa de los temas inherentes a lo forestal sino que abarca a la problemática de la cadena de valor. ¿En qué se logró avanzar durante el año en este aspecto?
-Identificamos en la cadena tres grandes ejes sobre los que estuvimos trabajando. La materia prima forestal; la transformación física o primera transformación (aserraderos); y la transformación química (celulosa y papel) y la energía.

En los aserraderos todo lo relacionado con el consumo de madera en la construcción tracciona y dinamiza muchísimo al sector, por lo que nos abocamos a identificar cuáles eran las trabas para que en Argentina se utilice tan poca madera con este fin. El desconocimiento de los profesionales, falta de normativa técnica, obstáculos burocráticos, y no considerar a la madera como un material tradicional de construcción, estaban entre las principales causas.

Un buen primer paso en este sentido fue insistir en la importancia que se firme la norma CIRSOC 601 “Reglamento Argentino de Estructuras de Madera” (ver nota de tapa Pág.12).

También trabajamos estrechamente con la secretaría de Vivienda de la Nación, para promover en conjunto la utilización de madera en los planes nacionales de vivienda social. Esto nos permitió participar en las reuniones que hacen todos los institutos de vivienda provinciales. Esta promoción va a continuar en todo el país, pero en esta instancia ya hemos logrado en los planos decisorios a nivel Nación y Provincias, que la industria maderera se visualice como un semillero de PyMEs, que con inversiones relativamente bajas se pueden instalar aserraderos específicos como “casa-partistas”. En esto estamos desarrollando con el INTI y la secretaría de Vivienda, una propuesta de manuales técnicos que le permita a aserraderos pequeños transformarse. Además podrían crearse empresas armadoras de viviendas de madera.

Los beneficios que se obtendrían serían muy importantes porque, por un lado representaría un gran aporte para contribuir a resolver el alto problema habitacional que tenemos en la Argentina, de manera rápida, eficiente, ecológica y a menor costo. Y por el otro, porque multiplicaría la creación de empleo en PyMEs proveedoras de distintos insumos.

-¿Y con lo que no son estructuras de madera cómo se avanzará?
-Estamos trabajando con el INTI y la secretaría de Vivienda en la elaboración de un código modelo de edificación con madera, con las particularidades de las distintas regiones, la idea es presentarlo en todos los municipios del país para que lo adopten en forma voluntaria. El objetivo de acercar esta herramienta es para que tengan el respaldo normativo necesario para promover la construcción de viviendas con madera. Entendemos que esto será un aporte muy importante para el sector porque además también los habilitará a participar en licitaciones públicas.

-¿Cuándo estiman contar con los códigos?
-Esperamos que estén listos para fines de marzo.

-¿Tienen proyectado construir algún complejo de casas de madera que sirva como un ejemplo multiplicador para el resto del país?
-Sí, ya se llamó a licitación para construir un barrio de viviendas sociales en Concordia. El proyecto son 250 casas y la idea es que sean todas de madera. Sería una vidriera muy importante.

Asimismo, a principios de diciembre nos reunimos con el secretario de Planificación y con el secretario de Producción de Mar del Plata quienes se mostraron muy interesados en construir algunas casas con tecnología de la madera que puedan servir para mostrar las cualidades del material. Creo que de concretarse, por la cantidad de gente que recibe en temporada la ciudad sería una gran vidriera. A su vez, hemos iniciado conversaciones con el ministerio de Educación de la Nación para que algunas construcciones como por ejemplo jardines maternales, se puedan construir en madera.

-Uno de los sectores que mencionó para desarrollar en la cadena de valor fue la energía. En la reciente licitación pública para la generación de energías renovables, ¿no fue baja la cuota asignada a la que se produce con biomasa forestal?
- Se adjudicaron en la primera licitación del programa Renovar (producción de energía eléctrica a partir de fuentes renovables) 15 MW. Pero más importante que la cantidad fue lograr que en el reglamento de la ley se consideren las particularidades de cada fuente para permitir que la biomasa pueda competir. La biomasa forestal en un recurso que es subutilizado, actualmente genera problemas ambientales, y tiene un enorme potencial para la generación de valor. Además, la biomasa como fuente energética complementa muy bien las otras fuentes, ya que permite regular la oferta y la demanda. Todo esto lo estamos trabajando en conjunto con el ministerio de Energía y esperamos en 2017 poder contar con un instrumento específico de promoción para la transformación de biomasa forestal en energía térmica, ya sea para uso industrial como residencial.

Aquí cabe volver al tema de la discusión de la futura renovación de la ley de promoción forestal. Pensando en la competitividad del sector, tal vez habría que promover en la ley plantaciones que estén destinadas exclusivamente a la producción de energía y a la biomasa con el mismo destino.

-Hasta ahora en el país no se dieron avances concretos para impulsar el uso de energía térmica generada por biomasa a nivel residencial. ¿Se piensa hacer algo al respecto?
-Sí, estamos revisando todo lo que tiene que ver con la fabricación local de calderas para uso doméstico. Con el INTI se está viendo de qué tecnología se dispone en el mundo. Cuáles son las fábricas de calderas en el país y qué hace falta para reconvertirse y empezar a fabricar esa tecnología en Argentina.

Por supuesto que para su desarrollo se necesita hacer números, resolver escollos que le restan competitividad, como por ejemplo el tema logístico. Aspectos técnicos referidos a la producción, la transformación en pellets, la distribución.

-¿En qué estado se encuentra el censo nacional de aserraderos?
- En 2016 relevamos nueve provincias haciendo un barrido muy minucioso. Necesitamos contar con información objetiva para ver cuántos son, dónde están, qué necesitan, con qué materia prima trabajan, de dónde la traen y qué productos obtienen.

-¿Cuáles son las provincias?
- Mendoza, San Juan, Salta, Tucumán, Jujuy, Formosa, Santiago del Estero, Chaco, Córdoba. Las provincias patagónicas las estaremos haciendo entre febrero y abril. Buenos Aires se dividió en varias partes y ya estamos trabajando, y se está analizando si podemos aprovechar la información existente de Misiones, Corrientes y Entre Ríos porque esas provincias hicieron sus propios censos. Si las metodologías son compatibles entonces iríamos a un esquema de actualización a través de encuestas. Nuestro objetivo es que para mediados de año hayamos terminado el relevamiento en todo el país y estar presentando los resultados entre octubre y noviembre.

-¿En lo relevado hasta el momento distinguen alguna acción concreta para llevar adelante en una primera instancia?
- Sí, uno de los primeros proyectos que aparecen es desarrollar la cuenca de Machagai (Chaco), un polo maderero donde conviven muchísimos aserraderos pequeños que fabrican productos de bajo valor agregado con maderas nativas. Como factor común apreciamos la baja tecnología, el escaso valor de los productos que genera problemas de comercialización y condiciones de subsistencia.

Cómo hacer para dar vuelta esta situación. Es un trabajo que tiene que ver mucho con lo social. Son muchos pobladores que están en la interfaz entre lo rural y lo urbano, no son ni productores ni industriales. Vamos a tomar a Machagai como un caso piloto, tratando de armar una red de asistencia con otras áreas del Ministerio (secretaría de Agricultura Familiar, INTA, etc.) y obviamente la Provincia. Necesitan financiamiento y crecer en todos los aspectos. Incorporar tecnología, ganar seguridad en el trabajo, mejorar el aprovisionamiento de materia prima y su manejo. Hay que ayudarlos para ver si se pueden poner en funcionamiento los secaderos. Organizarlos y darles cursos de diseño y mejoras en la producción para que esos muebles sean apreciados y puedan alcanzar un valor real de mercado. Además en Chaco hicimos un barrido completo de la provincia para ver qué hay en materia de viveros de algarrobos y de nativas, porque la idea también es empezar a producir para reponer, para enriquecer el bosque y aflojar un poco la presión que hay sobre él, y estamos analizando la posibilidad de introducir la explotación silvopastoril que resultaría muy interesante porque aportaría otra fuente de ingresos.

-Además de Machagai ¿qué otros casos le llamaron la atención?
-Esta idea de promover el desarrollo forestoindustrial con el agregado de valor, nos permitió conocer Monte Quemado, uno de los polos en Santiago del Estero, donde casi la totalidad de los aserraderos producen durmientes de quebracho colorado y blanco. Con escasa tecnología se desperdicia gran parte de una madera que bien trabajada tiene alto valor. Por ejemplo, hoy existe tecnología para fabricar pisos y ese producto en el mercado tiene demanda y a precio alto. El censo en todo el país lo que persigue es precisamente saber dónde están localizados, cuáles son sus necesidades y en qué podemos ayudarlos para que puedan agregar valor a su producción y puedan despegar cumpliendo un rol en el desarrollo económico regional.

-¿En qué punto se encuentra el inventario nacional de plantaciones?
- Estamos un poco más avanzados que con el censo. Este año tenemos previsto facilitar el acceso a través de una plataforma de información forestal en la página web de la Subsecretaría, y de manera georeferenciada poder definir bien la oferta que hay de materia prima, qué tipo de industria y cuán lejos está, qué especies hay, qué cantidad y qué tipo de productos se hacen. Pero además, cuántos empleados mueve esa industria, cuáles son las otras industrias ligadas. La idea es ir incorporando datos, FAIMA tiene un observatorio y nos complementaríamos con ellos en esta tarea. Tenemos que brindar al sector privado información precisa y objetiva para que puedan tomar sus decisiones de inversión en forma predecible.

-Entre los ejes que mencionó en la cadena de valor sectorial estaba celulosa y papel, ¿siguen pensando en la conveniencia que se radiquen en el país empresas de este tipo?
-Sí, absolutamente. Tenemos conocimiento de que hay algunas potenciales inversiones. Pero como requieren de mucho capital las decisiones de los inversores también son de largo plazo. En este tema pensamos que nuestro rol es el de acompañamiento, especialmente en la identificación de todo lo que pueden ser limitantes o trabas para recrear un buen clima de inversión en el sector. La elaboración de informes o justificaciones al Congreso u otros organismos de gobierno nacional o provincial sobre la necesidad de modificar alguna legislación como por ejemplo la Ley de Tierras, determinados aspectos del marco impositivo de las provincias, cuestiones con los institutos del Agua que tienen que ver con Ambiente, entre otros.

En la mención que hizo de los sectores de la cadena de valor no aparecen carpinterías y fábricas de muebles.
- Dijimos que este año empezamos con tres grandes líneas de trabajo en la cadena forestoindustrial: transformación física, aserraderos, energía y celulosa y papel. A partir del aserrado se abre una gran gama de actividades y productos, y dentro de ellas carpintería- muebles son un mundo. Este año, por una cuestión de escala comenzamos con el censo de aserraderos. Es solo una primera etapa pero el trabajo futuro no excluye a ningún sector de la cadena.

De todas formas, este año ya tomamos contacto con las cámaras que nuclean a estos sectores para armar una red de actores. Es un segmento que nos interesa muchísimo.



Los pasos que se darán para introducir cambios en la Ley 25080

▪De acuerdo con la experiencia capitalizada durante todos estos años, en 2016 los planos técnicos de la Subsecretaría analizaron en detalle los obstáculos o dificultades que planteaba el marco legal para que puedan cumplirse los objetivos de la promoción forestal.

▪Se reforzará el equipo de trabajo actual con la incorporación de abogados e ingenieros agrónomos/forestales, que estarán abocados exclusivamente en la formulación del proyecto de ley.

▪En febrero se realizaría una primera ronda de consultas para relevar opiniones a nivel sectorial. En esta instancia se convocaría por áreas o grupos de trabajo chicos para poder avanzar con el trabajo.

▪Periódicamente se presentaran los avances a una mesa ampliada de todo el sector para escuchar sus opiniones sobre el tema.

▪Antes de fin de año se presentaría el proyecto al Congreso para que pueda debatirse y lograr la prórroga del régimen de promoción antes de su vencimiento.


El Presidente

-En su campaña presidencial el Presidente Macri mencionó el potencial desarrollo que tiene el sector forestoindustrial. Tras un año duro y con una multiplicidad de problemas, ¿sigue teniendo la misma mirada?
-Con este sector creo que no ha cambiado en nada por lo menos en lo que piensa que puede aportar. Me consta que se preocupa de todos los sectores que atiende la Secretaría y le pide información al Secretario Negri en forma constante. Sigue estando muy interesado en que la forestoindustria despegue y pregunta muy seguido cómo van las cosas. Además en el tema medioambiente ratificó su vocación por darle una tonalidad “verde” a la Argentina y entiende que para ello este es un sector que puede contribuir y mucho.

 

Por Roberto Luis Minoli

 



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